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CAPÍTULO III
El valle... Aquel valle significaba mucho para Daniel, el Mochuelo. Bien mirado,
significaba todo para él. En el valle había nacido y, en once años, jamás franqueó la
cadena de altas montañas que lo circuían 41 . Ni experimentó la necesidad de hacerlo
siquiera.
A veces, Daniel, el Mochuelo, pensaba que su padre, y el cura, y el maestro, tenían
razón, que su valle era como una gran olla independiente, absolutamente aislada del
exterior. Y, sin embargo, no era así; el valle tenía su cordón umbilical, un doble
cordón umbilical, mejor dicho, que le vitalizaba al mismo tiempo que le maleaba 42 :
la vía férrea 43 y la carretera. Ambas vías atravesaban el valle de sur a norte,
provenían de la parda 44 y reseca llanura de Castilla y buscaban la llanura azul del
mar. Constituían pues, el enlace de dos inmensos mundos contrapuestos 45 .
En su trayecto por el valle, la vía, la carretera y el río —que se unía a ellas después
de lanzarse en un frenesí 46 de rápidos y torrentes desde lo alto del Pico Rando—
En primavera y verano, Roque, el Moñigo, y Daniel, el Mochuelo, solían sentarse, al
caer la tarde, en cualquier leve prominencia y desde allí contemplaban, agobiados.
41 Circuir: Rodear, cercar algo o a alguien.
42 Malear: Dañar, echar a perder algo
43Vía Férrea:Camino con dos carriles de hierro paralelos, sobre los cuales ruedan los trenes.
44 Pardo:
Dicho de un color: Semejante al de la tierra o al de la piel del oso, y que tira a marrón o a rojizo.
45 Poner una cosa contra otra para estorbarle su efecto.
46 Frenesí: Violenta exaltación y perturbación del ánimo.
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