Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 160
Los mozos del pueblo soportaron el entrometimiento de la Guindilla en sus
devaneos durante tres domingos consecutivos. Pero al cuarto llegó la
insurrección. Entre todos la rodearon en un prado. Unos querían pegarla, otros
desnudarla y dejarla al relente, amarrada a un árbol, toda la noche. Al fin se
impuso un tercer grupo, que sugirió echarla de cabeza a El Chorro. La Guindilla,
abatida, dejó caer la linterna al suelo y se dispuso a entrar en las largas listas
del martirologio cristiano; aunque, de vez en cuando, lloriqueaba, y pedía, entre
hipo e hipo, un poquitín de clemencia. Profiriendo gritos e insultos, la condujeron
hasta el puente. La corriente de el Chorro vertía el agua con violencia en la Poza
del Inglés. Flotaba, sobre la noche del valle, un ambiente tétrico 587 y siniestro 588 .
La multitud parecía enloquecida. Todo estaba dispuesto para su fin y la Guindilla,
mentalmente, rezó un acto de contricción. 589
Y, al fin de cuentas, si la Guindilla no compartió aquella noche el lecho del río, a
Quino, el Manco, había de agradecérselo, aunque él y la difunta Mariuca
hubieran comido, según ella, el cocido antes de las doce. Mas, por lo visto, el
Manco aún conservaba en su pecho un asomo de dignidad, un vivo rescoldo de
nobleza. Se interpuso con ardor entre la Guindilla y los mozos y la defendió como
un hombre. Hasta se enfureció y agitó el muñón en el aire como si fuera el mástil
de una bandera arriada. Los mozos, cuyos malos humos se habían desvanecido en
el trayecto, consideraron suficiente el susto y se retiraron.
La Guindilla se quedó sola, frente por frente del Manco. No sabía qué hacer. La
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Triste, demasiadamente serio, grave y melancólico.
Infeliz, funesto o aciago.
arrepentimiento
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