Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 141
un hombre que besar los hocicos de una liebre. Así que la cosa se disolvió en agua
de borrajas. Camila, la Lepórida, continuó colgada del teléfono y don Moisés, el
maestro, acudiendo diariamente a la escuela sin ropa interior, con la vuelta de los
puños tazada y los codos agujereados.
El día que Roque, el Moñigo, expuso a Daniel, el Mochuelo, y Germán, el Tiñoso,
sus proyectos fue un día soleado de vacación, en tanto Pascual, el del molino, y
Antonio, el buche, disputaban una partida en el corro de bolos.
—Oye, Mochuelo —dijo de pronto—; ¿por qué no se casa la Sara con el Peón?
Por un momento, Daniel, el Mochuelo, vio los cielos abiertos. ¿Cómo siendo aquello
tan sencillo y pertinente no se le ocurrió antes a él?
—¡Claro! —replicó—. ¿Por qué no se casan?
—Digo —agregó a media voz el Moñigo—, que para casarse dos basta con que se
entiendan en alguna cosa. La Sara y el Peón se parecen en que ninguno de los dos
me puede ver a mí ni en pintura.
A Daniel, el Mochuelo, iba pareciéndole el Moñigo un ser inteligente. No veía
manera de cambiar de exclamación, tan perfecto y sugestivo 530 le parecía todo
aquello.
—¡Claro! —dijo. Prosiguió el
Moñigo:
—Figúrate lo que sería vivir yo en mi casa con mi padre, los dos solos, sin la Sara.
Y en la escuela, don Moisés siempre me tendría alguna consideración por el hecho
de ser hermano de su mujer e incluso a
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Que suscita emoción
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