Leemos el camino segundo A Los chicos leemos El camino versión 2 B con introd | Page 140
todo tazado 526 y remendado, diez años atrás, e incluso que no gastase ropa
interior. La ropa interior costaba un ojo de la cara y el maestro precisaba los
dos ojos de la cara para desempeñar su labor.
Camila, la Lepórida, se portó mal con él; eso desde luego; don Moisés, el maestro,
anduvo enamoriscado 527 de ella una temporada y ella le dio calabazas, porque
decía que era rostritorcido 528 y tenía la boca descentrada. Esto era una tontería,
y Paco, el herrero, llevaba razón al afirmar que eso no constituía inconveniente
grave, ya que la Lepórida, si se casaba con él, podría centrarle la boca y
enderezarle la cara a fuerza de besos. Pero Camila, la Lepórida, no andaba por
la labor y se obstinó 529 en que para besar la boca del maestro habría de besarla
en la oreja y esto le resultaba desagradable. Paco, el herrero, no dijo que sí ni
que no, pero pensó que siempre sería menos desagradable besar la oreja de
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Estropear la ropa con el uso, principalmente a causa del roce, por los dobleces y bajos.
Prendarse de alguien levemente y sin gran empeño
Que manifiesta en el semblante enojo, enfado o pesadumbre
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Dicho de una persona: Mantenerse en su resolución y tema, porfiar con necedad y pertinacia, sin d
ejarse vencer por los ruegos y amonestaciones razonables ni por obstáculos o reveses.
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