Leemos el camino segundo A leemos el camino A con introducción | Page 163

Además, progresaron con una lentitud crispante. Era un paso definitivo, a la postre. Quino, el Manco, ya había pensado en ella, en la Guindilla, antes del incidente con los mozos. La Guindilla no era joven y él tampoco. Por otro lado, la Guindilla era enjuta 540 y delgada y poseía un negocio en marcha; y un evidente talento comercial. Precisamente de lo que él carecía. Últimamente, Quino estaba asfixiado por las hipotecas. Bien mirado, propiedad de él, lo que se dice de él, no restaba ni un hierbajo del huerto. Además, la Guindilla era delgada y tenía los muslos escurridos. Vamos, al parecer. Naturalmente, ni él ni nadie vieron nunca los muslos a la Guindilla. En fin, la Guindilla mayor constituía para él una solución congruente 541 y pintiparada 542 . Cuando Quino, el Manco, la defendió de los mozos en el puente no lo hizo con miras egoístas. Lo hizo porque era un hombre noble y digno y detestaba la violencia, sobre todo con las mujeres. ¿Que luego se enredó la cosa y la Guindilla le miró de éste u otro modo, y le besó ardorosamente el muñón y él, al beso, sintió como el cosquilleo de un calambre a lo largo del brazo y se conmovió? bien. Eslabones de una misma cadena. Incidencias necesarias para abordar un fin ineluctable. 543 Designios de Dios. El beso en la carne retorcida del muñón sirvió también para que Quino, el Manco, 540 , Delgado seco o de pocas carnes Coherente, lógico Que es muy adecuado para algo 541 542 543 Dicho de una cosa contra la cual no puede lucharse