con vago revolar la abeja activa
la más sutil y delicada esencia
de las más olorosas flores liba;
la demás turba deja, aunque de galas
brillante, y de süave aroma llena,
y torna, fatigadas ya las alas
de la dulce tarea, a la colmena;
así el que osare con tan rico asunto
medir las fuerzas, dudará qué nombre
cante primero, qué virtud, qué hazaña;
y a quien la lira en él y la voz pruebe,
sólo dado será dejar vencida
de tanto empeño alguna parte breve.
¿Pues qué, si a los que vivos todavía
la patria goza (y plegue a Dios que el día
en que los llore viuda, tarde sea)
no se arredrare de elevar la idea?
¿Si audaz cantare al que la helada cima
superó de los Andes, y de Chile
despedazó los hierros, y de Lima?
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¿O al que de Cartagena el gran baluarte
hizo que de Colombia otra vez fuera?
¿O al que en funciones mil pavor y espanto
puso, con su marcial legión llanera,
al español; y a Marte lo pusiera?
¿O al héroe ilustre, que de lauro tanto
su frente adorna, antes de tiempo cana,
que en Cúcuta domó, y en San Mateo,
y en el Araure la soberbia hispana;
a quien los campos que el Arauca riega
nombre darán, que para siempre dure,
y los que el Cauca, y los que el ancho
Apure;
que en Gámeza triunfó, y en Carabobo,
y en Boyacá, donde un imperio entero
fue arrebatado al despotismo ibero?
Mas no a mi débil voz la larga suma
de sus victorias numerar compete;
a ingenio más feliz, más docta pluma,
su grata patria encargo tal comete;
pues como aquel samán que siglos cuenta,
de las vecinas gentes venerado,
que vio en torno a su basa corpulenta
el bosque muchas veces renovado,
y vasto espacio cubre con la hojosa
copa, de mil inviernos victoriosa;
así tu gloria al cielo se sublima,
Libertador del pueblo colombiano;
digna de que la lleven dulce rima
y culta historia al tiempo más lejano.