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REPORTAJES
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El sexo aporta, el porno aparta
El psicólogo y sexólogo clínico Alejandro Villena explicó durante una conferencia en el salón de actos del Ies Manuel Reina los motivos por los que debe evitarse el consumo de este tipo de contenidos nocivos.
Redacción. La Tiza.
La pornografía es mentirosa. El profesor y miembro de la World Association for Sexual Health (WAS) llevó al salón de actos del IES Manuel Reina testimonios de pacientes sobre el consumo adictivo de la pornografía para convencer al alumnado de sus riesgos y consecuencias. El impacto del consumo llega a también a las relaciones sexuales, que se convierten en menos íntimas, placenteras e impersonales. En un estudio entre hombres de entre 18 y 35 años, se demostró que el consumo estaba asociado a la disfunción eréctil, pues lo digital y sus expectativas tienen consecuencias físicas.
“La sociedad actual se escandalizaría si un padre, al considerar la mayoría de edad de su hijo, lo invitara a un cigarro, a consumir alcohol o
a visitar un prostíbulo. Entonces se desconocían todos los efectos perniciosos del tabaco en nuestra salud. Alejandro Villena Moya, profesor de la UAM y autor del libro ¿Por qué NO?, argumentó las razones por las que evitar el consumo de pornografía. La primera razón es la relación que existen entre la pornografía y la violencia dirigida a la mujer, considerada como un objeto. Según el ponente, en un estudio realizado entre 1.800 jóvenes mexicanos y españoles, se demostró que a mayor consumo mayor normalización de la violencia. La segunda razón es que debemos concebir el consumo de la pornografía como una droga, que daña el cerebro y lo deforma. Provoca una adicción, genera una cantidad de dopamina que nuestro cerebro no llega a controlar. Promete placer, información, entretenimiento, pero produce aislamiento y ansiedad, entre otras muchas consecuencias.
Además, esta adicción afecta a la memoria, a la atención, al sueño, al control de los impulsos, a la planificación y organización. Así pues, como subrayaba Villena: “el sexo aporta, el porno aparta”, hasta el punto de que se ha constatado el aumento de la infidelidad. El impacto en las relaciones de pareja llega a ser tal que se pueda hablar el “traición digital” y se rechaza a la pareja por esta intoxicada por modelos estereotipados de la pornografía. Por tanto, como sexta razón para rechazar el consumo, debe concluirse de ello que no se aprende sobre sexualidad (desinformación), como