Lascivia No 63 Enero 2020 Lascivia 63 Enero 2020 | Page 329
“Si, si tía es verdad” le conteste con una sonrisa.
Previendo que no se reitere, intenté llevarlos al agua, que por suerte
obedecieron, para regocijarnos jugando con Lola y los perros, un buen
rato, en arroyo.
Previo a eso me quité las zapatillas, y el vestido, permanecimos unos
diez minutos, porque el agua estaba fría, a pesar de estar la temperatu-
ra ambiente, bastante alta.
Me acosté sobre la manta al sol, para secarme, mientras los perros me-
rodeaban alrededor de Lola, mas entusiasmado con ella por su celo que
por mí, hasta que uno de ellos la montó, aprovechando para llamar a los
otros, para que se acercasen.
Apenas lo hicieron, comencé a acariciarlos, rascándole su cabeza, to-
cándole el lomo y la panza, prestándose muy dócilmente a mis mimos,
así un buen rato, hasta que el manchado fue entrando en confianza, ol-
fateándome de una manera precavida.
Recordé cuando tenía los doce años, que habría pasado con Jerry, si
mi madre no lo habría impedido, o si ella habría tenido sexo con mi pe-
rro, no tengo dudas que me habría encantado verla apareada con él, y
recuerdo haber visto humedecerse su coño, cuando mi mascota llego a
acercarse a mi sexo.
Es como si se me han esclarecido ciertos momentos, o más bien com-
prendido, también con mi padre, por haberse excitado, con su miembro
casi erecto, cuando mi perro trataba de lamerme. No sé como actuaria,
de suceder ahora, pero si sé que me atrae esa relación con los perros, to-
car su miembro y lamerlo, pero llegar a una copulación con uno de estos
animales debe ser el sumun.
A lo mejor le comento algo de lo sucedido a mi madre y podría llegar a
interesarle, por qué no, aun no tiene 40 y a pesar de estar algo gordita,
tiene un lindo cuerpo..