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L AS VOCES DEL 11 - L A REVISTA DEL N ORMAL
N ÚMERO I - S EPTIEMBRE DE 2017
Uno de otros tantos días, Carlos estaba tomando y viendo los Simpsons, algo
muy habitual en él. Mi hermano se le acercó, le agarró un poco el pantalón y le
preguntó si quería jugar. Su reacción, borracho como estaba, fue darle una
patada.
-¡Dejá de joder!, le dijo. Entonces, salió Hermes y lo mordió. Se trataba de un
nene que no paraba de llorar y mi mamá, al ver la escena, agarró una silla y
golpeó a Carlos con todas sus fuerzas. Sin embargo, muchas veces los
borrachos son mejores peleando porque aguantan el dolor, y eso es lo que
pasó. Así pelearon, los dos tirados en el suelo pegándose con saña y furia. Al
final, Carlos empacó sus cosas, agarró al perro y se fue. Mi mamá guardó todo
lo que pudo, llamó a mi tío y nos fuimos a vivir con él.
Nunca más supe de mi padre hasta que, un día, lo vimos saliendo de la
estación de trenes del barrio de Once. Simplemente fue un saludo, frío y
distante. Y otra vez se alejó aquella figura, imagen de un padre, que hoy sólo
deja más incertidumbres que respuestas.
Hasta el día de hoy mi mamá no se arrepiente de nada. Sólo lamenta haberse
relacionado con gente como él. Yo, por mi parte, agradezco haber aprendido
lo que no quiero para mí y aquel momento crucial en el que mi mamá dijo
basta.
ATRÉVETE A LEER
Por Alejandro de 1º 1ª