Hay que reconocer que no todo es malo en las redes
sociales. Los jóvenes son capaces de descubrir nuevas
formas de pensar (a través de lecturas en Twitter), toman
conciencia de temas sociales y mundiales (sobre todo a
través de YouTube), amplían su capacidad para expresarse
y de encontrar una identidad propia (con Instagram) y son
capaces de crear y vivir en comunidad, dando apoyo
emocional (con Facebook).