LAS PREGUNTAS DE LA VIDA 4.1.1.2 LAS PREGUNTAS DE LA VIDA. Fernando Savate | Page 5
Las preguntas de la vida
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nacidos... Esta última perspectiva, que nos lleva desde lo que es el cuadro a lo que somos nosotros, y luego a
lo que es la realidad toda para retornar de nuevo al cuadro mismo, será el ángulo de consideración que
podemos llamar filosófico. Y, claro está, hay una perspectiva de entendimiento filosófico sobre cada cosa, no
exclusivamente sobre las obras maestras de la pintura.
Volvamos otra vez a intentar precisar la diferencia esencial entre ciencia y filosofía. Lo primero que
salta a la vista no es lo que las distingue sino lo que las asemeja: tanto la ciencia como la filosofía intentan
contestar preguntas suscitadas por la realidad. De hecho, en sus orígenes, ciencia y filosofía estuvieron unidas
y sólo a lo largo de los siglos la física, la química, la astronomía o la psicología se fueron independizando de
su común matriz filosófica. En la actualidad, las ciencias pretenden explicar cómo están hechas las cosas y
cómo funcionan, mientras que la filosofía se centra más bien en lo que significan para nosotros; la ciencia
debe adoptar el punto de vista impersonal para hablar sobre todos los temas (¡incluso cuando estudia a las
personas mismas!), mientras que la filosofía siempre permanece consciente de que el conocimiento tiene
necesariamente un sujeto, un protagonista humano. La ciencia aspira a conocer lo que hay y lo que sucede; la
filosofía se pone a reflexionar sobre cómo cuenta para nosotros lo que sabemos que sucede y lo que hay. La
ciencia multiplica las perspectivas y las áreas de conocimiento, es decir fragmenta y especializa el saber; la
filosofía se empeña en relacionarlo todo con todo lo demás, intentando enmarcar los saberes en un panorama
teórico que sobrevuele la diversidad desde esa aventura unitaria que es pensar, o sea ser humanos. La ciencia
desmonta las apariencias de lo real en elementos teóricos invisibles, ondulatorios o corpusculares,
matematizables, en elementos abstractos inadvertidos; sin ignorar ni desdeñar ese análisis, la filosofía rescata
la realidad humanamente vital de lo aparente, en la que transcurre la peripecia de nuestra existencia concreta
(v. gr.: la ciencia nos revela que los árboles y las mesas están compuestos de electrones, neutrones, etc., pero
la filosofía, sin minimizar esa revelación, nos devuelve a una realidad humana entre árboles y mesas). La
ciencia busca saberes y no meras suposiciones; la filosofía quiere saber