12 Salvador Carracedo Dapena
de la técnica narrativa utilizada, la historia, protagonizada por
un viejo y un niño que necesitan el uno del otro, desarrolla
una relación humana atractiva, cercana y cautivadora.
Recuperando la imagen de las huellas que van quedando
marcadas en los caminos del alma, encontramos en este libro un
último rastro, un último sendero de índole bien distinta. Con
una considerable extensión, «El regreso» —última parte de Las
huellas de la vida— conforma una novela corta que logra recrear,
sin salir del ámbito de un pueblo, ese clima mágico que contiene
lo mítico y lo cotidiano a la vez. Según nuestra opinión, es
un acierto por parte del autor la elección de la segunda persona
para articular el relato, que se convierte en un diálogo interior
dirigido a la madre de cuerpo presente. Una madre que, aunque
no responde, vive silenciosa a través de la recreación muy precisa
del ambiente de la infancia y de la iniciación del protagonista a
la edad adulta. Se trata de imágenes que, al fin y al cabo, otorgan
a ese ser querido una nueva vida en la vida de su hijo.
El texto logra nuevamente sumergir al lector en un universo
palpable y vivo, colmado de unos detalles evocadores que
logran generar emociones intensas mediante los sentidos: los
temores a través del ruido —el río, la cascada—; la felicidad
que suscitan los olores y sabores —el día de la hornada—; o
la mezcla de deseo y nostalgia frente a la impresionante aparición
—casi sobrenatural— de la locomotora de vapor, nunca
antes vista, que simboliza el paso hacia otro mundo, dejando
atrás el pueblo y la infancia. Cabe destacar, como fragmentos
especialmente sugerentes e intensos, el momento final, en
que el protagonista nota la ausencia física de la madre en ese
cuerpo inerte, y esa sensación da lugar a una serie de imágenes
y figuras de alto contenido poético.
Y tras estas últimas palabras, esperamos haber suscitado en
el lector el deseo de descubrir sus propias huellas en las hue-