Un gran estruendo lo despertó esa noche, había dormido profundamente, y aun no tenia sensación de realidad, pero un repentino segundo estallido acabo de traerlo del mundo de los sueños por completo. Salió de la cama en pijama y allí encontró a Ponyta temblando como un flan mientras miraba hacia la aldea.
Una enorme columna de humo coronaba lo que parecía un incendio, parecía que lo que ardía era la casa del señor Lobra, y al pensar esto salió corriendo en dirección a la aldea, no miro atrás hasta casi habiendo llegado, Ponyta le seguía.
Efectivamente, era la casa del señor Lobra. Había gente alrededor, pero nadie había entrado, Zenel lo intento, pero el fuego era demasiado intenso.
-¡Mierda!- exclamo el chico lleno de frustración, seguía intentando apartar escombros incandescentes con las manos, cuando vio una sombra estrellarse contra la puerta y hacerse hueco, Ponyta había embestido con la intención de ayudarle.
-¡Ponyta! Es verdad… ¡por favor, ayúdalo!- le rogo el joven, y dicho esto el pokémon se adentro en ese mar de llamas y humo al que había sido reducido la casa del señor Lobra.
Ponyta era un Pokémon de tipo fuego, así que no tendría problemas para soportar el calor. A los pocos segundos de haber entrado, aunque a Zenel le parecieron años, Ponyta salió arrastrando al viejo con los dientes, nada más verlo el muchacho corrió a ayudarlo, lo cogió y lo alejo de allí cuanto pudo.
El anciano tosía y carraspeaba como un descosido, pero al mirarlo reconoció a Zenel enseguida, y lo miro con cara desencajada, no sabía bien porque.
-¡Menos mal que estas bien viejo!- exclamo el chico aliviado, pero el señor Lobra miro a Ponyta y luego a Zenel consecutivamente unas cuantas veces, con cara de concentración como si tratase de comprender algo, entonces miro de nuevo al joven, esta vez con expresión exclamativa, parecía haberlo entendido.