Hoy es martes y empiezo el año sin mascarilla. Creí que este día no iba a llegar nunca. Es un día de alegría: todos hemos salido de casa entusiasmados.
El alcalde también ha celebrado el día oficial del fin de la mascarilla obligatoria.
Cuando he salido de casa he visto que nadie llevaba su cara tapada y mi corazón se ha inundado de alegría. Lo que más hemos hecho ha sido sonreírnos unos a otros.
Y, de repente, he visto una sonrisa diferente a las demás. Era de un niño de unos diez años. Era rubio y llevaba ropa muy rara. Me fijé en su sonrisa... No. No era una sonrisa. Estaba triste, por lo que le pregunté qué le pasaba y me dijo:
- Es que estoy algo triste ya que no me gusta mi cara y, como ya no llevamos mascarillas, pues mi cara se ve tal y como es.
Saber que sólo hay que llevar mascarilla por decisión propia y no por obligación es una sensación maravillosa. Y eso debería bastar para no estar triste.
- No tienes de qué avergonzarte. Piensa que la cara es el espejo del alma. Si tu alma es feliz, tu cara irradiará felicidad y será motivo de orgullo, le dije.
- Muchas gracias, chico. Ya no volveré a arrepentirme de mi cara porque he entendido que mi interior es el que hace que el exterior sea como es. No tengo más que disfrutar lo que tengo y lo que hago para que esa alegría se vea también en mi cara.
El niño se fue hacia su casa y yo seguí caminando. Se me ocurrió ir a la biblioteca y allí encontré a Sara, también sin mascarilla. Acababa de sacar un par de libros y se iba al parque a leerlos porque le encanta estar al aire libre. Yo entré en la biblioteca, que se llamaba La Diana, y me puse a ojear los libros para ver cuál me llevaría a casa. Escogí uno que se titulaba “Un maravilloso día de verano”. Cuando lo abrí sus páginas desprendieron una luz muy potente y tuve que taparme los ojos. Sorprendido, cerré el libro y fui a decírselo al bibliotecario:
- Bibliotecario: cuando he abierto este libro, ¡me he cegado!
- No pasa nada. Mira, te voy a explicar lo que les ocurre a algunos de los libros de esta biblioteca: no son normales. Son libros en los que se hace realidad lo que hay escrito en sus páginas...
Me contó que no todas las personas tienen la capacidad de darse cuenta de que la realidad de los libros existe también en nuestro mundo, pero que quienes tienen la suerte de disfrutarla también son capaces de enseñársela a quienes no la han visto nunca. Eso pasa porque los libros que leen les entusiasman de tal forma que cuando se los cuentan a otros les contagian sus vivencias y les dan la llave que abre la puerta de sus páginas.
En todas las bibliotecas hay libros que son especiales. Si tú también eres especial seguro que ya te has dado cuenta de que la realidad de los libros no está solo en sus páginas.
Biblioteca La Diana, octubre 2022