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Un gigante de los cielos

Durante su primer año de vuelo, que tuvo exclusivamente fines comerciales, recorrió más de 308.000 kilómetros, llegando a transportar 2.798 pasajeros y 160 toneladas entre carga y correo. Cruzó diecisiete veces el Atlántico hasta los Estados Unidos, su destino más habitual. En uno de esos viajes de regreso desde Alemania, en el que se alcanzó el récord de sobrevolar el océano Atlántico dos veces en cinco días, voló como pasajero el famoso boxeador alemán Max Schmeling tras convertirse en campeón del mundo de boxeo al batir al mítico Joe Louis.

El régimen nazi no tardó en apropiarse de la imagen de grandeza y poderío que reflejaba el Hindenburg, y ya en la inauguración de los Juegos Olimpicos de Berlín de 1936, se organizó un vuelo del dirigible sobre el estadio justo cuando Adolf Hitler hacía acto de presencia.

Definido como un palacio flotante, y compitiendo en lujo con el famoso Titanic, hundido en 1912, la construcción del Hindenburg no estuvo exenta de dificultades. Los ingenieros alemanes lo diseñaron para contenter helio, pero como los norteamericanos tenían copadas la reservas mundiales de este gas y no estaban dispuestos a vender, los ingenieros alemanes se decidieron por el hidrógeno, un gas mucho más inflamable con el que, sin saberlo, quizá sentenciaron al dirigible.