Cuento.
Este es el relato de Daniel, él era un chico campirano, de familia humilde pero trabajadora, y tal como lo describían las chicas de su pueblo, él no era ni feo ni guapo, o sea, no había referencia para su “belleza”.
Un día, estando navegando en la internet, se topó con la imagen de una joven, muy bella por cierto, aquella vez, Daniel se dijo que ella era mucho para él, pero se atrevió, ya que, durante toda su vida, siempre se detenía a hacer lo que su espíritu aventurero le mandaba, ya que él temía a que las cosas salieran mal; pero en esa ocasión, cuando vio la fotografía de la joven, le miró a los ojos, unos ojos cafés hermosos, unos labios hermosos, tal parecía que aquella joven había sido esculpida por las manos del mismo Dios, ya que no le veía defecto alguno, al ver tanta belleza, en su interior, una parte le decía que no la contactara, ya que no le harían caso, además de que la joven era de otra ciudad, todos los pronósticos estaban en contra de él. Pero desobedeciéndole a su lado conservador y hasta en cierto grado, aburrido, se aventuró a contactar a la mujer que para el era la mas hermosa que sus ojos habían contemplado.
Mandó la invitación a la joven pensando en que más podría pasar, que no le respondieran y ya. Pero pasaron los días, y para sorpresa de Daniel, la chica, llamada Dolores, le respondió de una manera afectiva, Daniel todo sorprendido, dudó en si la respuesta de la joven fuera real, tanto fue su duda, que hasta llegó a pensar que, a lo mejor, era una broma, y así todo dudoso, respondió aquel mensaje de la chica.
Pasaron los días, y los mensajes eran muy frecuentes, ya Daniel sentía la necesidad de ver en persona a Dolores, pero su lado “no aventurero” le sugirió que vaya mas despacio, ya que no vaya a ser que la chica pensara mal, y terminara alejándola de sí. Y en esta ocasión le hizo un poco de caso, pero no por mucho tiempo, ya que las ganas de conocerse eran de ambos, y así, Daniel se aventuró a conocer a la doncella, en el viaje, Daniel se sentía como Don Quijote de la mancha; recorriendo el largo camino para ver a su Dulcinea.
Habiendo llegado a la ciudad de la chica, Daniel pensó que no la vería, y para sorpresa de él, ahí estaba Dolores, esperándolo, cuando ambos se vieron, se saludaron con tal emotividad tal como si dos almas que estuvieron tanto tiempo separadas se hayan reencontrado.
El tiempo pasó, ambos se enamoraron y Daniel le pidió a Dolores que, si su relación de amistad podría dar el siguiente paso, a lo que la chica, felizmente aceptó. Ambos tuvieron un noviazgo de cuento, tanto que hasta gente ajena a la relación envidiaba a aquellos enamorados.