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El Tarugo( Hippocamelus antisensis, Cervidae): Mitos, Creencias y Prácticas en la Cordillera Blanca del Perú
Figura 2. Manada de tarugos( Hippocamelus antisensis) con un macho al centro y cinco hembras alrededor, en la Quebrada Los Cedros, distrito de Santa Cruz, provincia de Huaylas, Ancash. Foto: Selwyn Valverde – Archivo Parque Nacional Huascarán, Huaraz.
Su área de distribución se sitúa en los Altos Andes centrales, desde los departamentos de La Libertad y San Martín, al norte del Perú, hasta la provincia de La Rioja en el noroeste de Argentina. En el seno de esta amplia distribución, las poblaciones presentan densidades relativamente bajas y están fuertemente fragmentadas. Según las estimaciones, las cifras de la población del Perú totalizan entre 9,000 y 13,000 individuos( Barrio, 2010). A pesar de lo poco de datos precisos, se estima que las poblaciones están globalmente en fase de decrecimiento.
En la Cordillera Blanca, el tarugo vive entre 4500 y 5000 metros de altitud, a lo largo de pendientes escarpadas y rocosas, con vegetación dispersa, a proximidad de una fuente de agua. Se nutre principalmente con pequeñas plantas dicotiledóneas que tapizan el suelo, y durante la temporada de lluvias consume también gramíneas( Gazzolo y Barrio, 2016). Vive en manada o en pequeños grupos, cuya composición y tamaño varían notablemente según los lugares, las temporadas, o en función de las horas del día. Según diversos testimonios de pobladores locales, hace tan solo 50 años era frecuente encontrar manadas que reunían entre 30 a 50 individuos, lo cual ya no es el caso hoy en día( Barrio, 2010). El período de celo se sitúa por el mes de junio; en cuanto a la parición, generalmente de una sola cría, tiene lugar entre enero y marzo, en plena temporada húmeda. Ahora bien, es precisamente al final de la temporada de lluvias, cuando la vegetación alcanza su crecimiento máximo, que los alimentos son más abundantes. El tarugo puede vivir una decena de años( Barrio, 2013).
En el Perú, desde 2004, H. antisensis está clasificado como“ vulnerable” en la lista de las especies protegidas según los criterios de la UICN( Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza). 2 Esta vulnerabilidad proviene de la disminución regular de su población, atribuida a las extracciones para la caza, a la competencia con los ungulados domésticos por los espacios de pasto, así como a la disminución de la calidad de su hábitat( Barrio y Ferreyra, 2008). Por otro lado, puesto que la mayoría de la Cordillera Blanca forma parte de un espacio protegido, el Parque Nacional del Huascarán, la caza de animales salvajes está ahí estrictamente prohibida.
Pero echamos ahora una mirada hacia los mitos y las creencias relativas a este cérvido.
La Era Mítica del Pasado
Cuando uno camina por los espacios de altura, en el piso ecológico de la hallqa( i. e. por encima de 3800 metros), ¡ no se encuentra solo! Existe todo un mundo paralelo, el de los antepasados míticos( abuelitos o awilitukuna en
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Cf. Decreto Supremo N o 034-2004-AG, Ministerio de Agricultura, 2004.
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 103-114
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