El estilo a exámen
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Borita Casas
Wilians heredero del heredero del trono británico se caso con su novia de siempre como un vulgar mortal, con una chica corriente. Su linaje social ha permitido a las niñas bien de la alta rebautizarla con el juego de palabras Kate Middle-Middleton, y es que en Reino Unido no hay peor pecado que ser non-U. Las diferencias entre William y su padre son notables: el elegantísimo Príncipe de Gales se vio obligado a elegir a matacaballo a una aristócrata adolescente, virginal y por entonces un poco pava para perpetuar la dinastía como mandan los cánones regios.Poco importó que lo que a él le gustaran fueran los intercambios de tampax con aristócratas que físicamente más recordaban a un cocker que a una modelo de pasarela, pero ya se sabe del amor de los ingleses por sus animales de compañía.
Después de haberse pasado toda su vida mariposeando y ligando a diestro y siniestro con toda clase de chicas su madre y su querida eligieron a Lady Di como la candidata perfecta.
Sobra decir que no hay comparación posible entre Kate y la difunta Diana. Es como cotejar diamantes con circonitas (por supuesto el diamante es Diana) y eso que cuando Lady Di inició su andadura publica su imagen no tenía nada que ver con la que adquirió más tarde, aunque ya apuntaba maneras. Las lectoras y protagonistas del Tatler no perdonan a Kate que su familia se enriqueciera vendiendo matasuegras y confetti. Gente de dinero pero comerciantes al fin y al cabo en una sociedad donde aparecer en el Peerage es poco menos que imprescindible para servir como criado a la Casa Real, esto explica la indignación de los nobles por el origen de Kate, a la que califican de comerc