La Revista de Los Imparables La Revista | Page 6

Breve relato de la vida de Los Imparables para no deshidratarse, fue ese fin de semana que jugando contra un equipo local, pibes que prácticamente descalzo, nos dieron el paseo de nuestras vidas, como decimos siempre, el resultado poco importa (1 a 11), pero charlando desde el banco con otro amigo, veíamos como nuestros jugadores caían se recuperaban y volvían a caer, y como siempre el ingenio argento que nunca descansa, “ . . .mirá caen como sachet de leche” y si “están imparables”, fueron las palabras má- gicas que dieron el nombre a nuestro equipo, a nuestro grupo a ésta asociación de personas, de acciones, de deseos, de cruda fraternidad de amistad brutal. Creo y estoy convencido de ello que la alegría y el humor que se genera en cada juntada, el reírnos de todo y de nosotros mismos, ese acercar lo que se encuen- tra a la distancia y hacerlo nuestro, constituyen al decir del Filósofo Húngaro T. Todorov “…crea un clima intelectual de lo más estimulante…”, y viéndolo en forma retrospectivamente, era la excusa del fútbol para reírnos, bromear ya que de ellos obviamente era nuestro derecho, en pocas palabras el deseo visceral de vivir. Entre tanto en la vida de ése año, se presentaba Windows 98 y el eter- no presidente de la FIFA Joa Avalange, deja la institución, y nosotros sin estar ajenos a todo acontecimiento importante en la vida del mundo, veíamos con enorme sastifacción que nuestro grupo, crecía. Sábado a sábado, nos encontrá- bamos en cualquier cancha de fútbol en la cual nos habilitaba para jugar y así lo hacíamos, y hacen su aparición sujetos que constituyen parte nuestra, Negro (Amadeo Gilardoni), Martín Medina, Lobito (Carlos López), Mono ( Medi- na), los hermanos: Gruñon (Alberto Chavez) y Gordo (Andrés Chavez), debo aclarar que por entonces se usaba como punto de encuentro y partida la ve- reda de la casa de Bethoveen, por la Av. T. de Tacuarí casi Santa Catalina, de- jando esa vereda negra de humo y carbón por los asados que se improvisaba. 6