A pesar de que se trate el consumo como un modo general, no podemos dejar de lado que, finalmente, el mensaje impacta individualmente, a cada consumidor por separado, considerando que existen múltiples diferenciaciones que miramos como variables: ya sea la edad, el sexo, su ideología, sus hábitos, el nivel económico y sociocultural.
Antes cabe detectar necesidades, o en su defecto, crearlas e inventarlas –tabaco, cine, móviles- y a partir de ahí, convencer y persuadir, reclutar y fidelizar: “No te enrolles con el cliente, cásate con él”. Según la pirámide de Maslow, ¿qué lugar ocupa nuestro producto y en función de qué nivel de apremio? Si en situación de precariedad debe prescindirse de algo, comenzaríamos por la cima de la pirámide –lujos superfluos o el llamado chocolate del loro– y nos aferraríamos a lo irrenunciable –un techo y alimentación base-. Por eso se admite que el caviar ofrece mucha más elasticidad precio de la demanda que una barra de pan. Ambos llenan igual, pero… Psicología de bolsillo, ¿no?
PIRÁMIDE DE MASLOW
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