La mujer en la historia La mujer medieval, ángel o demonio. | Page 5
con una diosa, aunque como lo mencionamos antes, es cruel porque muestra desinterés,
desprecio e indiferencia al amor del amante.
Conjunto a lo anterior, vemos otra mirada sobre la figura femenina que se presenta
en la obra literaria, específicamente, en los fabliaux medievales. En este caso analizamos
“Los cuatros deseos de San Martin” de autoría anónima en el que descubrimos, gracias a
un análisis previo, que la mujer en esta obra pertenece a la clase social baja, la cual es
ama de casa, astuta, desvergonzada, manipuladora, lujuriosa, interesada, preocupada por
su satisfacción sexual y no es confiable. Bajo este tenor, se le ridiculizada y se le critica a
partir del deseo sexual que pide, incluso podemos advertir que se censura su forma de
pensar, pues, rompe con el modelo de mujer en la época. Asimismo, se observa ésta
como un ser inferior al hombre que lo arrastra o incita al pecado.
Por lo antes dicho, según Blanco Valdés (2009) “La mujer se caracteriza como un
animal (bestia), era criticada por ser frívola, egoísta, compulsiva y derrochadora además
subestimaron el cuerpo femenino como deformado e impuro. […] La mujer era vista como
una falsedad que iba en contra de la acción divina y como el pecado original” (p. 23).
Con base en lo dicho,
podemos observar dos
posturas ideológicas que
estuvieron presentes en la
Edad Media y cuyo centro de
atención fue la mujer, pues,
por un lado era idealizada y
por
el
otro
criticada
y
menospreciada. En este sentido, nos parecen pertinentes las palabras de la especialista
líneas arriba citada:
La Iglesia tenía reservadas para la mujer dos imágenes que pretendía instaurar como
modelo en una sociedad cada vez más compleja, que había que dirigir con mano de hierro
si se quería controlar. La primera de ellas es la de Eva, que fue creada con la costilla de
Adán y propició la expulsión de ambos del Paraíso. La segunda es la de María, que
representa, además de la virginidad, la abnegación como madre y como esposa. Ambas
visiones pueden parecer contradictorias, pero no es sino la impresión general que tenemos
de la época: lo ideal frente a lo real (Lauzada: 2010)
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