Bajo ese escenario, debemos agregar que al problema se han incorporado elementos políticos e ideológicos, que no pretenden otra cosa que crear un territorio con total autonomía al interior de nuestro país, en donde tengan ellos el absoluto control de los que salen o ingresan a él, como lamentablemente ocurre hoy en un sector de la comuna de Ercilla.
Esto se ha prestado a que se transforme en un reducto manejado por violentistas y delincuentes que amedrentan y hostigan incluso a propios integrantes mapuche, y a todos aquellos que no comulgan y participan de esos actos, que son la mayoría.
A. Quevedo: En primer lugar, esto es un tema de tintes altamente políticos y sociológicos. Lo que hoy sucede tiene caracteres históricos que se remontan incluso a la época de la colonia. Hoy hay una importante parte de la población mapuche que no se siente identificada con el Estado chileno; que reclaman autonomía y autodeterminación para mantener sus costumbres ancestrales y sus tierras. Este es el principal punto de conflicto, las tierras. En dictadura, muchos territorios mapuche fueron comprados a muy bajo precio a personas que muchas veces no sabían leer, o se les engañaba y por un par de pesos les quitaban "legalmente" sus terrenos. Por ello cuando el pueblo mapuche habla de que les han "robado" sus tierras, no hablan solo de las tierras que quitaron en la conquista, sino que también de hechos más recientes. Desde 1813, incluso, se han venido dictando una serie de normativas legales que han intentado regular el tema, dictándose un sin fin de leyes para llegar hoy a nuestra legislación actual, la Ley 19.253 (Ley Indígena) del año 1993 que busca, en parte, regular este tema.
Pero se advierte que quien no cumple con lo estipulado en el documento con la ayuda de Dios, les proclamarán la guerra de todas las maneras posibles, sometiéndolos con mayor fuerza y tiranía a la Iglesia Católica y al Rey. Tomarán a sus mujeres e hijos como esclavos y los venderán, haciendo de ellos todos los males posibles a destajo de Su Majestad, el Rey. Los saquearán y los acusarán de traidores vasallos. Dejando en claro que cada muerte y daño causado por estos españoles no será sino culpa del rebelde indígena que no cumplió con lo que se le imponía, dejando a los conquistadores y al rey, libres de pecados.
Malamente dejaron obsoletas las creencias indígenas, comenzando así la destrucción espiritual de los habitantes de estas nuevas tierras. Sometiéndolos duramente a dejar atrás su motor de vida, sus convicciones sobre la creación del mundo y los poderes de la tierra, todo esto fue corroído por los españoles invasores, evangelizadores en una religión de poder.