LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 56
Markus Zusak
La ladrona de libros
UNA OBRA DE ARTE TÍPICA
DE HANS HUBERMANN
—¡Papá! —le susurró—. ¡No tengo ojos!
Hans le dio unos suaves golpecitos en la cabeza, la niña había caído en la
trampa.
—Con una sonrisa así, no necesitas ojos —respondió. La abrazó y volvió a
mirar el dibujo con expresión de plata cálida—. Ahora la «T».
—Ya está bien por hoy —decidió Hans, levantándose después de haber
recorrido y repasado una docena de veces el abecedario.
—Sólo unas más.
—No, ya está bien por hoy. Cuando te despiertes, te tocaré el acordeón —
contestó Hans, manteniéndose firme.
—Gracias, papá.
—Buenas noches. —Soltó una risita silenciosa de una sola sílaba—. Buenas
noches, Saumensch.
—Buenas noches, papá.
Hans apagó la luz, regresó a su lado y se sentó en la silla. En la oscuridad,
Liesel tenía los ojos abiertos. Contemplaba las palabras.
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