LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 420
Markus Zusak
La ladrona de libros
El fin del mundo (parte II)
Ahora casi todas las palabras se han difuminado. El libro negro se
desintegra con tanto trajín y esa es otra de las razones por las que cuento esta
historia. ¿Cómo era eso que habíamos dicho? Si repites algo muchas veces,
nunca lo olvidarás. También puedo contarte qué ocurrió después de que se
acabaran las palabras de la ladrona de libros y, para empezar, cómo llegué a
conocer su historia. Fue así:
Imagínate andando por Himmelstrasse en la oscuridad. Se te está mojando
el pelo y la presión del aire está a punto de sufrir un cambio drástico. La
primera bomba alcanza el bloque de pisos de Tommy Müller. Su rostro se
contrae con inocencia mientras duerme y me arrodillo junto a su cama. A su
lado, su hermana Kristina. Los pies que asoman por debajo de la manta
coinciden con las pisadas de la rayuela que hay en la calle. Sus deditos. Su
madre duerme a pocos metros de ellos. Cuatro cigarrillos descansan
desfigurados en el cenicero y el tejado sin techo arde al rojo vivo.
Himmelstrasse está en llamas.
Las sirenas empiezan a aullar.
—Demasiado tarde para esa maniobra —murmuré, porque todo el mundo
había sido engañado, y no una, sino dos veces.
Primero, los Aliados habían fingido un bombardeo sobre Munich para
acabar atacando Stuttgart, pero luego diez aviones siguieron su marcha. Sí,
claro, hubo avisos. A Molching llegaron con las bombas.
UN LISTADO DE CALLES
Münchenstrasse, Ellenbergstrasse, Johannsonstrasse,
Himmelstrasse.
La calle principal + otras tres, en la zona más pobre de la
ciudad.
420