LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 403
Markus Zusak
La ladrona de libros
El estilo de las palabras
Ocurrió en una pequeña ciudad del feudo de Hitler.
Habían conseguido controlar el torrente de sufrimiento, pero llegó otra
pequeña porción. Un grupo de judíos había sido obligado a desfilar en las
afueras de Munich y una adolescente hizo lo impensable: se abrió paso para
caminar con ellos. Cuando los soldados la apartaron con brusquedad y la
tiraron al suelo, ella volvió a levantarse. Y continuó.
Esa mañana hacía calor.
Otro bonito día para un desfile.
Los soldados y los judíos habían cruzado varias ciudades y estaban
llegando a Molching. Era posible que el campo de concentración requiriera
trabajos de reparación o que hubieran muerto algunos presos. Por la razón que
fuera, conducían a pie un nuevo cargamento de judíos extenuados hasta
Dachau.
Liesel corrió a Münchenstrasse como solía hacer, donde se reunió con el
habitual grupo de espectadores.
—Heil Hitler!
Oyó al primer soldado desde lejos, y hacia él se encaminó abriéndose paso
entre la multitud, al encuentro de la procesión. La voz la había dejado pasmada,
convirtiendo el cielo infinito en un techo a la altura de la cabeza del soldado,
contra el que rebotaban las palabras que acababan a los renqueantes pies de los
judíos.
Los ojos de aquellos hombres y mujeres.
Observaban el movimiento en las calles, uno tras otro. En cuanto Liesel
encontró una buena posición, se detuvo y los estudió con detenimiento.
Repasaba rápidamente cada rostro intentando relacionarlos con el judío que
escribió El vigilante y El árbol de las palabras.
Pelo de plumas, pensó.
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