LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 374

Markus Zusak La ladrona de libros Liesel tocó la pared que tenía al lado. No podía mentir. —Sí, claro. El hombre se echó a reír. —Esto no es frío. Sacó un cigarrillo, se lo llevó a la boca y trató de encender una cerilla con una mano. Si con el mal tiempo que hacía ya era complicado encenderlo con las dos, con una era imposible. Tiró la caja de cerillas y soltó un taco. Liesel la recogió. Le quitó el cigarrillo y lo sujetó entre sus propios labios. Ella tampoco fue capaz de encenderlo. —Tienes que aspirar —explicó el hombre—. Con este tiempo, sólo lo encenderás si aspiras. Verstehst? Liesel volvió a intentarlo, tratando de recordar cómo lo hacía su padre. Esta vez su boca se llenó de un humo que atravesó sus dientes y le raspó la garganta, pero se obligó a no toser. —Bien hecho —la felicitó. Cuando recuperó su cigarrillo y le dio una calada, le tendió la mano ilesa, la izquierda—. Michael Holtzapfel. —Liesel Meminger. —¿Tú eres la que viene a leerle a mi madre? Rosa apareció detrás de Liesel en ese momento y la niña sintió a su espalda su estupor. —¿Michael? ¿Eres tú? —preguntó. Michael Holtzapfel asintió con la cabeza. —Guten Tag, frau Hubermann. Ha pasado mucho tiempo. —Pareces tan... —¿Viejo? Rosa seguía conmocionada, pero logró recomponerse. —¿Quieres entrar? Ya veo que conoces a mi hija de acogida... —Su voz se fue apagando cuando reparó en la mano ensangrentada. —Mi hermano ha muerto —la informó Michael Holtzapfel; no podría haber lanzado un derechazo más directo con su único puño útil. Porque Rosa se tambaleó. Era evidente que la guerra implicaba la muerte, pero el suelo siempre se estremecía bajo los pies de una persona cuando le llegaba a alguien que había vivido y respirado tan cerca. Rosa había visto crecer a los dos niños de los Holtzapfel. El joven envejecido encontró el modo de informarla de lo sucedido sin desmoronarse. —Yo estaba en uno de los edificios que usábamos como hospital cuando lo trajeron. La semana anterior a que me enviaran a casa. Me pasé tres días sentado a su lado antes de que muriera... 374