LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 366
Markus Zusak
La ladrona de libros
—Bueno, ¿dónde está ese regalo del que tanto fanfarroneabas? Será mejor
que no sea uno de esos extraños maniquíes.
—Acerca la luz.
Al llegar a su lado, le cogió el farolillo y curioseó los trajes colgados.
Escogió uno, pero enseguida lo cambió por otro.
—No, demasiado grande. —Estuvo a punto de elegir un par de trajes más,
hasta que se decidió por uno azul marino. Lo sacó y se lo enseñó a Rudy
Steiner—. ¿Crees que es de tu talla?
Mientras Liesel esperaba sentada en la oscuridad, Rudy se probaba el traje
detrás de unas cortinas. Se veía un pequeño círculo de luz y una sombra
vistiéndose.
Al cabo de un rato, le tendió el farolillo a Liesel para que le echara un
vistazo. Sin cortina de por medio, la luz era como una columna que iluminaba
el elegante traje. Aunque también resaltaba la camisa sucia y los gastados
zapatos de Rudy.
—¿Y bien? —preguntó.
Liesel prosiguió el examen. Dio una vuelta a su alrededor y se encogió de
hombros.
—No está mal.
—¡¿Que no está mal?! Esta percha se merece algo más que un «No está
mal».
—Los zapatos te traicionan. Y la cara.
Rudy dejó el farolillo sobre el mostrador y se acercó a ella fingiendo enojo.
Liesel tuvo que admitir que se había puesto un poco nerviosa. Sintió alivio y a
la vez desilusión al ver cómo Rudy tropezaba con el pobre maniquí y se caía.
Rudy se echó a reír, tirado en el suelo.
Y luego cerró los ojos, con fuerza.
Liesel se acercó corriendo.
Se agachó delante de él.
Bésalo, Liesel, bésalo.
—¿Estás bien, Rudy? ¿Rudy?
—Le echo de menos —confesó el chico, de lado, en el suelo.
—Frohe Weihnachten —contestó Liesel. Lo ayudó a ponerse en pie y a
sacudirse el traje—. Feliz Navidad.
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