LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 274

Markus Zusak La ladrona de libros La visita Encontraron otro balón para jugar al fútbol en Himmelstrasse. Esa es la buena noticia. La otra, un poco inquietante, es que una división del NSDAP se dirigía hacia allí. Se habían paseado por todo Molching, calle tras calle, casa por casa, y ahora estaban ante la tienda de frau Diller, fumando un cigarrillo antes de continuar con su trabajo. Ya había algún refugio antiaéreo en Molching, pero poco después del bombardeo de Colonia se decidió que unos cuantos más no le harían daño a nadie. El NSDAP inspeccionaba todas las casas, una por una, para comprobar si el sótano podía servir como candidato. Los niños los observaban a lo lejos. Miraban el humo que se alzaba del corro. Liesel acababa de salir de casa y se acercó a Rudy y Tommy. Harald Mollenhauer fue a recuperar el balón. —¿Qué pasa ahí? Rudy se metió las manos en los bolsillos. —El partido. —Seguía con la mirada a su amigo mientras sacaba la pelota del seto de la casa de frau Holtzapfel—. Están pasando por todas las casas. Liesel sintió una sequedad instantánea en la boca. —¿Para qué? —No te enteras de nada. Díselo, Tommy. Tommy se quedó perplejo. —Es que no tengo ni idea. —Vaya par de inútiles. Necesitan más refugios antiaéreos. —¿Qué...? ¿Los sótanos? —No, los áticos. Claro que los sótanos. Jesús, Liesel, mira que eres burra. Ya tenían el balón. —¡Rudy! Rudy se puso a jugar, pero Liesel siguió plantada en el sitio. ¿Cómo podía volver a casa sin levantar sospechas? El humo de la tienda de frau Diller iba 274