LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 248
Markus Zusak
La ladrona de libros
Viktor negó con la cabeza.
—No ha sido lo suficiente alto. Un mal lanzamiento. —Volvió a sonreír—.
Pero suficiente para ganar, ¿eh?
Liesel y Rudy no se quedaron a oír las risas.
Rudy ya había bajado a la orilla para intentar encontrar el libro.
—¿Lo ves? —preguntó Liesel.
Rudy corrió.
Siguió la orilla del río y le indicó dónde estaba el libro.
—¡Allí!
Se detuvo, lo señaló y corrió un poco más para adelantarlo. Se quitó el
abrigo y se metió en el agua en un abrir y cerrar de ojos. Una vez dentro, lo
vadeó hasta el centro.
Liesel, dejando de correr, sintió el dolor de cada paso. El punzante frío.
Al acercarse más vio que el libro pasaba junto a Rudy, pero este lo atrapó
enseguida. Alargó la mano y pescó lo que se había convertido en una masa de
cartón y papel mojado.
—¡El hombre que silbaba! —gritó el chico.
Era el único libro que flotaba en el Amper ese día, pero aun así sintió la
necesidad de anunciar el título.
Otro punto que hay que destacar es que Rudy no intentó abandonar las
gélidas aguas en cuanto tuvo el libro en la mano, sino que permaneció dentro
un par de minutos. Nunca se lo confesó a Liesel, pero creo que ella sabía muy
bien que las razones fueron dos.
LOS MOTIVOS HIPOTÉRMICOS
DE RUDY STEINER
1. Tras meses de fracasos, esa fue la única oportunidad
de deleitarse con una victoria.
2. Una muestra de altruismo de esa magnitud era una buena
ocasión para pedirle el típico favor. ¿Cómo iba a negarse
Liesel?
—¿Qué hay de ese beso, Saumensch?
Permaneció unos minutos más en el agua, hundido hasta la cintura, antes
de salir y tenderle el libro. Los pantalones se le pegaban a las piernas y no
dejaba de moverse. En realidad, creo que tenía miedo. Rudy Steiner temía el
beso de la ladrona de libros. Debía de haberlo deseado con todas sus fuerzas.
Debió de haberla querido con todo su corazón. Tanto, que nunca más volvería a
pedírselo y se iría a la tumba sin él.
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