LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 242
Markus Zusak
La ladrona de libros
Mamer, de lo mejor a lo peor. Sin embargo, nunca sabremos qué fue lo que
llevó al tendero a exonerar a Rudy.
¿El patetismo que destilaba el chico?
¿La dignidad de herr Link?
¿El enojo de frau Metzing?
Fuera lo que fuese, Mamer devolvió la patata a la pila y arrastró a Rudy
fuera del establecimiento, donde le propinó un buen puntapié con la bota.
—Y no vuelvas más.
Desde la calle, Rudy siguió a Mamer con la mirada mientras regresaba
detrás del mostrador para despachar comestibles y sarcasmo al siguiente
cliente.
—Déjeme adivinar qué patata quiere que le ponga —dijo, sin apartar la
vista del niño.
Un nuevo fracaso para Rudy.
La segunda estupidez revistió el mismo peligro, pero por razones distintas.
Tras este altercado en concreto, Rudy acabaría con un ojo morado, las
costillas rotas y un corte de pelo.
Tommy Müller seguía teniendo los problemas de siempre en las reuniones
de las Juventudes Hitlerianas, y Franz Deutscher estaba esperando que Rudy se
metiera por medio. No tardó demasiado.
Mientras los demás estaban dentro aprendiendo tácticas, a Rudy y a
Tommy les ordenaron que hicieran una nueva y exhaustiva tabla de ejercicios.
Muertos de frío, al pasar corriendo veían por las ventanas las cabezas y
hombros calientes de sus compañeros. Ni siquiera cuando se unieron al resto
del grupo se acabaron los ejercicios. Rudy se desplomó en un rincón, se sacudió
el barro de la manga y lo lanzó a la ventana, cuando Franz le disparó la
pregunta favorita en las Juventudes Hitlerianas.
—¿Cuándo nació nuestro Führer, Adolf Hitler?
Rudy levantó la vista.
—¿Cómo dices?
Le repitió la pregunta y el muy estúpido de Rudy Steiner, a pesar de saber
de memoria que era el 20 de abril de 1889, le dio la fecha de nacimiento de Jesús
por respuesta. Incluso añadió que fue en Belén, a modo de información
complementaria.
Franz se frotó las manos.
Mala señal.
Se acercó a Rudy y le ordenó que volviera a salir a dar unas cuantas vueltas
al campo.
242