LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 222
Markus Zusak
La ladrona de libros
Los perdedores
Cuando se trataba de robar, Liesel y Rudy tenían claro que se estaba más
seguro en un grupo grande. Andy Schmeikl los invitó a una reunión junto al río
donde, entre otros puntos del día, se debatiría un plan para robar fruta.
—¿Así que ahora eres el jefe? —preguntó Rudy, pero Andy negó con la
cabeza, claramente decepcionado.
Era evidente que habría deseado tener lo que se necesitaba para serlo.
—No. —Su fría voz tenía un inusual tono cordial, inexpresivo—. Hay otro.
EL NUEVO ARTHUR BERG
Tenía el pelo arremolinado y la mirada nublada, y era uno de
esos delincuentes cuya única razón para robar era el placer
que le procuraba. Se llamaba Viktor Chemmel.
A diferencia de la mayoría de la gente que se dedicaba a las diversas artes
del hurto, Viktor Chemmel lo tenía todo. Vivía en la mejor zona de Molching,
en una casa de campo que fumigaron cuando expulsaron a los judíos. Tenía
dinero. Tenía tabaco. No obstante, quería más.
—No es ningún crimen querer un poco más —aseguraba, tumbado en la
hierba con una pandilla de chicos sentados a su alrededor—. Querer más es
nuestro deber primordial como alemanes. ¿Qué dice nuestro Führer? —
Contestó a su pregunta retórica—: ¡Tenemos que tomar lo que por derecho nos
pertenece!
A primera vista, Viktor Chemmel no era más que el típico adolescente
ducho en el arte de tirarse faroles. Por desgracia, cuando le daba por
demostrarlo también poseía cierto carisma, una especie de «sígueme».
Cuando Liesel y Rudy se acercaban al grupo del río, ella oyó que
preguntaba:
—¿Dónde están esos dos malandrines de los que habéis estado
fanfarroneando? Ya son las cuatro y diez.
222