LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 158
Markus Zusak
La ladrona de libros
—La cosa se está poniendo fea y podrían descubrirnos en cualquier
momento —le comentó Walter a Max, que se encogió en la oscuridad—. No
sabemos lo que puede ocurrir. ¿Y si me cogen? ¿Y si al final tienes que
encontrar ese lugar...? No me atrevo a pedir ayuda a nadie de por aquí, podrían
delatarme. —Sólo había una solución—. Iré a buscar a ese hombre. Si ahora es
nazi, algo bastante probable, daré media vuelta, pero al menos habremos salido
de dudas, richtig?
Max le entregó hasta el último penique para que pudiera hacer el viaje y,
pocos días después, al regreso de Walter, se abrazaron antes de que este
recobrara el aliento.
—¿Y?
Walter asintió con la cabeza.
—Todo correcto. Todavía toca el acordeón del que te habló tu madre... El
de tu padre. No es miembro del partido, y me dio dinero. —Por entonces, Hans
Hubermann no era más que un listado—. Es bastante pobre, está casado y tiene
una hija.
Eso avivó aun más la curiosidad de Max.
—¿De qué edad?
—Diez años. No se puede tener todo.
—Ya. Los niños suelen irse de la lengua.
—Por ahora tenemos suerte.
Permanecieron unos instantes sentados en silencio. Max lo rompió.
—Debe de odiarme, ¿verdad?
—No creo. Me dio dinero, ¿no? Dijo que una promesa era una promesa.
Una semana después llegó una carta en la que Hans informaba a Walter
Kugler de que intentaría enviarle lo que fuera siempre que pudiera. Contenía
un mapa del tamaño de una página de Molching y del extrarradio de Munich,
además de una ruta directa desde Pasing (la estación de tren más segura) hasta
la puerta de su casa. En la carta, las últimas palabras eran claras: «Ten cuidado».
A mediados de 1940 llegó el Mein Kampf con una llave pegada en el interior
de la cubierta.
Max pensó que ese hombre era un genio, pero no consiguió reprimir un
escalofrío cuando pensó en lo que supondría viajar hasta Munich. Lo que
deseaba, junto con todo lo que eso implicaba, era no tener que hacer el viaje.
No siempre se consigue lo que se desea.
Sobre todo en la Alemania nazi.
Una vez más, el tiempo pasó.
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