LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 126

Markus Zusak La ladrona de libros Esa tarde, antes de volver a casa, Liesel y Rudy devoraron seis manzanas cada uno en menos de media hora. Al principio se plantearon compartir la fruta en sus respectivos hogares, pero se arriesgaban mucho si lo hacían. A ninguno de los dos les entusiasmaba la idea de tener que explicar de dónde había salido la fruta. Liesel llegó a pensar que tal vez bastara con contárselo a su padre, pero no quería que él creyera que vivía con una delincuente compulsiva, así que calló y comió. Devoró las manzanas a la orilla del río donde había aprendido a nadar. Poco habituados a esa clase de lujos, sabían que seguramente caerían enfermos. No obstante, comieron. —Saumensch! —la reprendió su madre esa noche—. ¿Por qué vomitas tanto? —Igual es por la sopa de guisantes —sugirió Liesel. —Igual sí —la secundó el padre. Estaba mirando por la ventana otra vez—. Tiene que ser eso, yo también me encuentro un poco mal. —¿Y a ti quién te ha preguntado, Saukerl? —Rápida, se volvió hacia la Saumensch vomitona—. ¿Y bien? ¿Qué tienes, eh? ¿Qué es lo que tienes, cochina? ¿Y qué hizo Liesel? No dijo nada. Las manzanas, pensó feliz. Las manzanas, y volvió a vomitar una vez más, de propina. 126