LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 106
Markus Zusak
La ladrona de libros
—Gracias —repitió, a lo que un viandante le preguntó qué había dicho.
—Nada, buen hombre, nada de nada —contestó Hans con su típica
cordialidad—. Heil Hitler!
Y siguió caminando por Münchenstrasse, con las páginas del Führer bajo el
brazo.
Debió de ser un momento de sentimientos encontrados, pues la idea de
Hans Hubermann no sólo la había inspirado Liesel, sino también su hijo.
¿Acaso entonces ya temía no volver a verlo nunca más? Por otro lado, también
disfrutaba extasiado de una idea que se le había ocurrido, aunque todavía era
incapaz de imaginar las complicaciones, riesgos y despiadados disparates que
podía acarrear. Por el momento, con la idea tenía suficiente. Era indestructible.
Hacerla realidad... Bueno, eso ya era otro cantar. Sin embargo, por ahora,
dejemos que la disfrute.
Le daremos siete meses.
Luego iremos a buscarlo.
Vaya si iremos a buscarlo.
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