LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 101

Markus Zusak La ladrona de libros —¿Listos para irnos? Su padre había aprovechado esos momentos previos de incalculable peligro para despedirse de Wolfgang Edel y se disponía a acompañar a Liesel a casa. —Lista —respondió. Cuando empezaron a alejarse de la escena del crimen, el libro quemaba de lo lindo. El hombre que se encogía de hombros había prendido en su pecho. Al pasar junto a las desdibujadas sombras del ayuntamiento, la ladrona de libros hizo una mueca de dolor. —¿Qué pasa? —preguntó Hans. —Nada. Sin embargo, era evidente que pasaba algo: Liesel echaba humo por el cuello, alrededor del cual se le había formado un collar de sudor. Un libro la consumía bajo la camisa. 101