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LA RUPTURA DE ACUERDOS SOVIETICOS-CHINOS
El triunfo de la revolución comunista en China había llevado la firma de un tratado de alianza con la URSS en 1950 y, tras la muerte de Stalin, Kruschev había viajado a Pekín en 1954, llegando incluso Moscú a comprometerse secretamente en 1957 a ayudar a China para obtener la bomba atómica.
En 1958 la China Popular bombardeó los islotes de Quemoy y Matsu en el estrecho de Formosa. Mientras Taiwan (la China Nacionalista de Chiang Kai Chek) era apoyado por EE.UU., la URSS mantuvo una actitud distante. Mao acusó al Kremlin de haberse convertido en un aliado objetivo de EE.UU., mientras que Moscú denunció el aventurerismo chino mortalmente peligroso en la era nuclear.
La visita de Kruschev a Pekín en 1959 hizo que se visualizaran las crecientes diferencias: los expertos soviéticos fueron repatriados, los estudiantes chinos en Rusia enviados a casa, se interrumpieron las acciones de cooperación. El más pequeño y pobre de los países comunistas europeos, Albania, firmará un acuerdo con China en enero de 1962, abandonando la órbita soviética y entrando en una alianza con China.
En el choque fronterizo por la región del Tibet entre China y la India en 1962, Moscú optó por apoyar al gobierno de Nueva Delhi.
Mao acusó a la URSS de "capitulacionista" tras la crisis de los misiles en Cuba en 1962.
En 1964, la China Popular ensayó su primera bomba atómica, lo que dio al enfrentamiento una nueva dimensión.
En 1969, estallaron incidentes fronterizos sangrientos en el rio Ussuri
La nueva situación fue aprovechada por unos EE.UU. debilitados por la guerra del Vietnam. Kissinger en 1971 y el presidente Nixon en 1972 visitaron Pekín normalizaron las relaciones, lo que permitió que la China Popular ingresara en la ONU como miembro permanente del Consejo de Seguridad en la lugar de Taiwan.