La gran SIETE Año 7 N° 8 Noviembre 2025 | Page 59

Microrrelatos

La maté, no fue fácil. Me tomó demasiado tiempo reunir el valor. Durante días convivimos en silencio, donde fingíamos que no sabíamos la una de la otra. Compartimos el departamento, como enemigas obligadas a respetar una tregua invisible de paz.

Pero esta noche algo cambió, no podíamos seguir así, no era bueno para ninguna. Así que cuando la escuché moverse entre los muebles, con su sonido seco y repulsivo, por la manera de arrastrarse por el mundo como si le perteneciera, la sentí más cerca que nunca y comprendí que esto debía llegar a su fin.

Esperé a que el silencio fuera denso. Preparé el terreno y me escondí detrás de la puerta del baño, con la luz apagada y con el corazón latiendo en la garganta. Cuando la vi, no lo dudé y salté como un resorte sobre ella. No grité. No parpadee. Y de un solo golpe preciso, la maté.

Y entonces sentí la paz que tanto anhelaba. Me quedé mirando su cuerpo, de espaldas con sus extremidades trituradas. Respiré hondo.

Había matado a esa repulsiva cucaracha. Pero no cualquiera, sino la que vivía debajo del lavarropas desde abril. Era la líder, la que me miraba cada noche como si supiera mi horario. Pero esta noche, había llegado su fin.

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