máximo. Nuestras mochilas obstaculizan el contacto más íntimo. Un asiento para la señora embarazada por favor. A ver si pasamos al fondo así subimos todos. ¿ A dónde querés que me meta? Sacate la mochila, la concha de tu madre.
Los que acaparan la manija. Chivos amarillentos tratando de tocar el cielo para no caer. Los delantales blancos desplomados que vienen del fondo del mundo en un rebote sin fin sobre hombros ajenos. El perfume venenoso de una señora malpintada. Dos que se miran cómplices.“ Buen día, amor” en el celu de uno. La señora que pone el cuerpo para ganarse el asiento.
Y el tiempo se va a detener, otra vez, en la barrera de Flores. Brazos cruzados y la frente brillante de una señora y el aliento de un viejo sin dientes y uno con olor a vino y a pata.
Y afuera, frente a la vía, la mujer más hermosa del mundo: la hacedora de tortillas. Con su tenedor, con su brasa, dueña de su tarea. Alimentando cada mañana a los que vienen del oeste desesperados por un cortado almibarado y un poco de grasa caliente.