Aprendemos el orden patriarcal desde niñes , en todas de las instituciones que modelan la subjetividad -incluso nuestra familia- , porque la escena familiar nuclear moderna está marcada por la asimetría , aún modelada por un imaginario arcaico patriarcal en el que la heteronormatividad se filtra en cada hecho y cada día . Ese orden asimétrico que formatea nuestro psiquismo se traspone más tarde a las otras escenas de desigualdad que como sujetos vamos a transitar . Dos escenas de desigualdad que podemos ver de manera muy habitual se relacionan con el género y con la raza .
El concepto de raza está muy relacionado con aquellos pensamientos e ideales surgidos durante la conquista y la colonización , donde la raza es la atribución de una biología y de un fundamento orgánico a la desigualdad , instalada como consecuencia de una derrota bélica para los colonizados y de la victoria de los conquistadores . Es decir , esta noción surge luego de la sujeción por la fuerza del pueblo al que se va a arrasar .
En cuanto al género , como lo entiende la autora Rita Segato ( 2021 ), cumple una función similar : es la denominación de la desigualdad luego del dominio por la fuerza y la violencia de todo aquel que no encarne los valores de la masculinidad hegemónica .
Tanto la raza como el género son creaciones históricas que se utilizaron como herramientas para la dominación . De igual modo , son funcionales para la extracción de valor no reconocido y no remunerado que produce una plusvalía racial y patriarcal , porque los productos de esos cuerpos menospreciados y sojuzgados pueden ser apropiados por escasa remuneración , cuando hay alguna .
Para lograr el predominio masculino , los hombres históricamente buscaron la minorización de quienes no coinciden con sus características . El caso de la mujer nos muestra que no tenía un ámbito de reclusión ni de limitación a lo doméstico y privado sino que en muchas comunidades el espacio familiar era – y sigue siendoun lugar de deliberación y decisión , que en un momento fue vaciado y despolitizado , marginado de la égida de la ley . Esto nos lleva a decir que el ADN de lo público y el estado es masculino . También podemos afirmar que la historia masculina es la historia de la violencia .
Los femicidios que nos espantan cada día así lo demuestran : a principios de abril ya contábamos 74 mujeres víctimas de la violencia patriarcal , y ahora ya seguramente son más . Estos crímenes brutales contra las mujeres , cuyos cuerpos