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Aprendimos mucho, pero sabemos que en donde más se aprende es en la práctica, en la interacción con la realidad de los espacios y con cada niñe, con otres maestres. Se aprende observando, conversando con colegas, amigues o familia, reflexionando y habitando siempre la pregunta de ¿para qué y para quienes hacemos lo que hacemos?. De ahí la empatía, la comprensión y el compromiso, porque para poder observarnos, para poder transformar la realidad y transformarnos -así como les niñes- necesitamos de otra mirada, de otra palabra, senti-pensar en conjunto, accionar en conjunto, mantener una mirada crítica sobre lo que nos rodea y trabajar en red para construir con otres.
No dejemos que nos arrebaten estos espacios, espacios de formación que nos permiten reflexionar en conjunto, demos siempre batalla... nos seguiremos viendo, en la calle y en las escuelas. ¡ABAJO LA UNICABA!, ¡LA UNICABA NO PASA!.
Palabras de Ayelén Attías, profesora de Nuevos escenarios, cultura, tecnología y subjetividad y de los Talleres 5 y 6 del Campo de la Formación de las Prácticas del PEP
Cuando me puse a pensar en qué decirles, fui a buscar inspiraciones.
El escritor Marcelo Figueras escribe una nota donde cuenta sus días de escuela y dice: “Estoy seguro de que ninguno de esos maestros imagina el efecto que tuvo en mí. […] El hecho de que sigan trabajando día tras día es una afrenta para los poderes de este mundo, que alientan la ignorancia de las mayorías porque saben que es condición de su supervivencia: nos necesitan torpes, aletargados, dóciles.
Luego encontré los dichos del presidente Rafael Correa: “Ustedes, maestros, son claves para lograr el proceso de cambio, para evitar que la gente vote contra sus propios intereses, que jamás un explotado vuelva a votar por su explotador.
Mientras escribía, empezaron a sonar las voces de ustedes. Busqué esas palabras y se las recuerdo
Julia escribió: “Qué importante seguir cayendo en la escuela pública en los tiempos que corren. Qué importante defender nuestra formación del ataque que está sufriendo bajo la careta de la futura universidad.”
Naty cuenta: “Maycol solía estar quieto en su banco, mirando para abajo. - Ni lo intentes con él- me habían dicho. ¿Cómo no lo voy a intentar? Unos días después, ante un problema que les presentamos, un niñe se me acercó y me dijo -Seño, este problema es muy interesante. Lo vamos a resolver. Era Maycol.”
Daniel Filmus entrevista a los Presidentes de América Latina. Allí Evo Morales cuenta que, cuando era chico, el padre lo llevaba a la zafra argentina.
“Después de un tiempo viviendo ahí, llegó el momento de ir a la escuela. Yo tenía mucho miedo porque no entendía nada de español. Pasaban lista, decían “Evo Morales”, y no respondía nada, porque no sabía cómo se respondía. Así que me quedaba atrás, ahí sentadito. [...] Lo que más recuerdo es que como resultado de ese viaje a la Argentina, por primera vez pudimos comprar un catre. Antes todos dormíamos en el suelo. Y ese catrecito que trajimos es histórico, todavía está, es el primer catre que conoció la familia Morales.”
Pienso en el relato del Presidente de una Nación y pienso en Maycol, y en los modos de mirar a nuestros niñes en las escuelas. Porque sé que ustedes ven Evos en cada Maycol. Evos... y también Evas.