La gran SIETE Año 1 N° 1 | Page 21

SER

DOCENTE

Yanina Fischer

Docente de nivel primario. Graduada del Profesorado de la ENS N° 7

Empecé en el profesorado el segundo cuatrimestre del año 2012. Cursé 3 materias. Durante la inscripción, las docentes me mostraron el recorrido que sugerían para terminar la carrera en 4 años de estudio. Al entregar la hoja de inscripción, me preguntaron si quería anotarme en alguna materia más.

- Podrías hacer alguna enseñanza. Me ofrecieron.

- Todavía no me animo. Les dije.

- Está bien. Dijeron, asintiendo con la cabeza

Una de las preguntas de presentación en las primeras clases fue: ¿por qué elegiste ser docente?. Entonces, se escuchaban los porque de los que habían elegido.

Todos hablaban. Todos tenían una historia que contar.

Yo conté que elegí ser maestra porque aprendiendo y enseñando a cantar comprendí que APRENDER es una condición de SER y que la escuela primaria es un gran lugar para APRENDER y para SER. Y allí podía estar yo, ENSEÑANDO.

Desde el 2012 hasta el 2018; estudié, aprendí, observé, practiqué, reflexioné y argumenté. Pensé con otras personas cómo hacer, investigué, comuniqué y escuché a mis docentes; sus experiencias, sus convicciones, sus certezas y sus preguntas para seguir pensando.

A los 13 días del mes de julio, me recibí de docente.

El 30 de agosto, puse el guardapolvo blanco en una bolsita y adentro de la cartera. Junté todos los papeles en una carpeta y a las 14hs me presenté en el acto público del distrito.

Les conté a todos que era mi primer acto público y que tenía mucho para aprender. Me explicaron todo lo que necesitaba saber y me dieron la bienvenida a la escuela pública entre sonrisas cálidas de compañía.

En el colectivo me puse el guardapolvo, la escuela quedaba a 15 cuadras del distrito, pero preferí viajar en colectivo para llegar más rápido porque eran las 14.20 y los pibes estaban sin maestra.

En el viaje pensé en mis docentes del profesorado, en todo el trabajo y el tiempo que dedicaron a mí y a tantos otros. Pensé en mis profesoras de práctica, que me acompañaron y me enseñaron a mirar la escuela, a pensarla y habitarla con el cuerpo y el alma.

Miré desde la esquina los edificios y me pregunté: -¿Será el que está pintado de verde? Todo lo confirmó la bandera. - Si, esa es la escuela.

Una vez en la puerta toqué timbre y, mientras esperaba que abrieran la puerta, observé todo lo que pude; carteles informativos, afiches con trabajos de alumnos.

Cuando cursé el taller 1 mis docentes me enseñaron a observar y mirar la escuela; porque cada rincón dice algo del lugar en el que estás. La Escuela comunica y enseña con sus paredes.

Adentro, en el tiempo entre uno y otro formulario para completar, saqué fotos de horarios de recreo, turnos y horario de materias del grado. Pregunté; ¿dónde está la biblioteca?, ¿los baños?, ¿cómo suena el recreo?, y me presenté a cada persona que apareció en la secretaría. -Hola, soy Yanina, la maestra suplente de 5to grado.

Los docentes somos con otros, compartimos espacio y tiempo.

Me acompañó al aula la secretaria y una docente. Entramos y dijo mi nombre y lo que iba yo a hacer. Los chicos no pudieron preguntar mucho, porque la docente les pidió que hicieran silencio para escuchar algo que quería leerles. Yo, no dije casi nada con palabras, dediqué una mirada y una sonrisa a cada uno y me senté a observar.

Entonces vino el recuerdo de la experiencia en Taller 2, que me enseñó qué mirar y qué registrar; cómo están sentados, cómo se comportan ante determinadas situaciones de aprendizaje, cómo son individualmente, cómo es el grupo. Aproveché ese tiempo de mirar para empezar a conocerlos.

- Ahora van a quedarse con Yanina. Dijo la maestra.

Apenas cerró la puerta, el grado se revolucionó. Para organizarlos, les dije que necesitaba saber sus nombres, y me acordé de un juego que hizo mi profesora de prácticas durante la residencia; -cada uno tiene que decir su nombre y repetir el nombre de todos los compañeros que ya se han presentado. El objetivo del juego es ayudar a que yo pueda aprender y recordar sus nombres.

Funcionó, tanto para el objetivo, como para empezar a armar vínculo y que nos reconozcamos.

En cuanto terminamos de presentarnos, empezó a llover.

- Vamos a las ventanas, les dije.

Cada uno ocupó un lugar, y miramos cómo el granizo rompía contra el suelo, mientras los árboles se sacudían por la violencia del viento.

Algunos contaron historias de lluvia. Una nena me explicó que el granizo eran las gotas que se congelaban durante la caída.

Las palabras encontraron el espacio para sonar a su tiempo.

Yo, pensé en mis docentes y en lo que me habían enseñado durante los años de carrera. Pensé en los 29 profesorados, en la escuela pública, en las universidades.

-Cuánta gente bajo la lluvia. Dije

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