LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD - NORBERTO CERESOLE La falsificación de la realidad WEB | Page 351
Norberto Ceresole
La "arabidad" y la "islamidad" fueron hasta ahora, en muchas coyunturas
dramáticas, elementos antagónicos. Sobre su aparente irreconciliabilidad
fueron edificadas todas las estrategias tendentes a mantener al mundo árabe y
musulmán en un estado de subordinación y de exclusión perpetuas. Por el
contrario, sólo la confluencia de la "arabidad" con la "islamidad" corporizadas
en Estados y movimientos de envergadura histórica, como son los de Irán, Siria
y Hezbollah, podrá demostrar que aún existe capacidad de organización -es
decir, de esperanza- en el mundo árabe y musulmán. Y que esa esperanza
organizada, consciente de los enormes errores cometidos en el pasado es, en
primer lugar, capaz de mantener una guerra de resistencia contra el agresor, en
un momento de la historia en que el poder del eje Washington-Israel parece
invencible.
El poder potencial de la Alianza Irán-Siria-Hezbollah tiene asimismo una
trascendente dimensión geopolítica. Representa la soldadura de dos polos
geográficos, el del Mediterráneo Oriental y el del Golfo Pérsico-Índico quienes, a
lo largo de muchos momentos de una larguísima historia, actuaron "a la
tracción" sobre el mundo persa-árabe-turco (y, aún, sobre otros espacios
contiguos, como el caucasiano y el del Asia Central oriental). Un espacio político
así re-conformado es la respuesta adecuada a ciertos juegos tácticos, de alta
peligrosidad, vigentes hoy en día, en los que participa activamente el ejército
laico turco, aliado del terrorismo judío.
Yo no soy musulmán ni, como es obvio, árabe, ni persa. Mi vinculación con el
Islam es de naturaleza sociológica y estratégica. Desde esa perspectiva he leído
y leo el Corán, donde se dice, en varias Suras, que el Antiguo Testamento o
Biblia Judía (y protestante), o Torah, ha sido falsificado por los escribas
hebreos. El Corán denuncia la falsificación de un libro que se ha convertido en
el fundamento teológico e ideológico de un Estado criminal, el Estado de Israel.
La "historia" de Israel que relata el Antiguo Testamento es, en un sentido
estricto, una historieta. No es una historia sino una mitología, como siempre fue
entendido por el catolicismo tradicional. El mismo método mitificador fue
utilizado en este siglo para canonizar al "Holocausto". La crítica al judaísmo
debe incluir al Antiguo Testamento. Debe partir de la Torah. Es decir debe
partir de una definición de judaísmo que se atenga a la realidad: él es un hecho
totalizador y totalitario: teológico, racial, económico, histórico y estratégico. Y
ello, afortunadamente, es muy bien percibido por las corrientes católicas y
cristiano-orientales resistentes al posmodernismo. El rol jugado por el judaísmo
desde los orígenes del capitalismo finaliza en la construcción del Estado de
Israel, que se fundamenta no sólo en ser la expresión regional más elocuente de
la globalización del capitalismo, sino en la convicción de que existe no sólo una
superioridad religiosa sino, además, una superioridad racial.
Entonces la cuestión central es que el judaísmo se percibe a sí mismo no sólo
como un hecho religioso, sino como un hecho racial, nacional y social, al mismo
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