LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD - NORBERTO CERESOLE La falsificación de la realidad WEB | Page 16
La Falsificación de la Realidad
bibliografía: casi toda ella fue analizada -en verdad, visceralmente pulverizada-
durante el viaje, propiamente dicho. Gran parte de mis conocimientos
anteriores, trabajosamente elaborados a lo largo de toda mi vida, eran
inadecuados o simplemente no servían para el objeto de este estudio (ya no
sirven para el conocimiento del mundo).
La confluencia entre nuevas experiencias políticas concretas y nuevas lecturas,
que iban surgiendo como "lecturas obligatorias" durante el mismo viaje, y que
eran absolutamente vitales para explicar algunas de las nuevas vivencias, no
sólo reestructuraron completamente mi Weltanschauung inicial. Esa
confluencia produjo en mí la convicción de que toda mi vida anterior había sido
"otra vida"; que mis luchas y búsquedas anteriores habían sido relativamente
fáciles; que mis enemigos anteriores fueron relativamente dulces. Había vivido
50 años sin saber que aún no había llegado la experiencia decisiva, a pesar de
que esa vida anterior no había sido precisamente una vida vacía. Estuvo llena
de luchas y de reflexiones. Sin embargo aún no había pasado por la prueba
excepcional, "aquella que las organizaciones judías imponen a los individuos
que tienen la desgracia de provocar su cólera… (esas organizaciones para las
cuales) "el complot y la conjura no son más que reflejos ancestrales", esas
organizaciones que tienen un poder destructivo inmenso hoy en el mundo; un
poder que va desde lo financiero hasta lo militar, pero que es sobre todo
cultural y, antes que nada, teológico. El Antiguo Testamento es una fuente
inagotable de odio y de crueldad, "ansioso, febril, frenético, ilimitado; sofoca a
sus víctimas por la sorpresa y la dureza de su violencia" (Robert Faurisson).
Mi investigación sobre los atentados terroristas de Buenos Aires comenzó en
1994, pocos días después de la segunda explosión, con el ritmo de una
encuesta sociológica normal. De una manera muy concreta yo, en aquel
momento, no tenía conciencia en absoluto de la existencia de la "cuestión
judía", no sabía, por así decirlo, que los judíos en el mundo constituían un
parámetro esencial para la comprensión de la realidad del mundo. Con esto
quiero decir que había cumplido cincuenta años de una vida política que
consideraba plena de acontecimientos y de vivencias, desconociendo
completamente el acontecimiento y el problema central del mundo occidental.
Es muy distinto estar en el mundo pensando que la contradicción principal es,
por ejemplo, "pobres versus ricos", o "periferia versus centro", que estar en el
mundo sabiendo que la cuestión judía es la categoría que determina todos los
otros niveles de la actividad política y social. No sólo sabiéndolo, claro, sino
actuando en consecuencia.
Este libro, de manera natural, es muy diferente a los textos cautelosos de Roger
Garaudy, que limita su obra a la "política" israelí y no la relaciona con el Estado
judío; que acota la crítica al "perverso sionismo", como si existiera un judaísmo
con "rostro humano". Cuando comencé la primera investigación que dio origen a
este libro yo era una persona que creía que había pasado por experiencias
límites, es decir, de alto riesgo. Pero, aunque parezca increíble, no tenía
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