LA ENEMIGA | Page 15

Pero a pesar de sus lágrimas y de sus reclamos insistentes no pudo convencer a mis padres de que le habían robado la muñeca mientras dormía y ellos persistieron en su creencia de que la había dejado por descuido en el patio la noche anterior a su desaparición. En esos días mi hermana me miraba con un atisbo de desconfianza en los ojos pero nunca abiertamente de nada. me acuso