Pero a pesar de sus lágrimas y de
sus reclamos insistentes no pudo
convencer a mis padres de que le
habían robado la muñeca mientras
dormía y ellos persistieron en su
creencia de que la había dejado por
descuido en el patio la noche anterior
a su desaparición.
En esos días mi hermana me miraba
con un atisbo de desconfianza en los
ojos
pero
nunca
abiertamente de nada.
me
acuso