El fuerte crecimiento económico que caracterizó a los países de Europa occidental desde 1950, estuvo basado en un gran aumento de la producción industrial, agrícola y energética. Este proceso se vio fuertemente estimulado por la intervención de los Estados, que destinaron gran cantidad de dinero público a inversiones en obras de infraestructura, créditos, subsidios, becas, jubilaciones y salarios. Además, se reconstruyeron las redes de infraestructura vial, los puertos, las escuelas, los hospitales y las viviendas.
Por su amplitud y duración, fue una etapa de crecimiento económico sin precedentes en la historia del capitalismo occidental, definida por el historiador inglés Eric Hobsbawm como una “edad de oro”.
El crecimiento capitalista en Occidente
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Los créditos estadounidenses contribuyeron al notable incremento del producto industrial: entre 1948 y 1963, Alemania creció a un promedio anual de 7,6%; Francia, a 4,6%; Italia, al 6%; el Reino Unido, al 2,5%; Holanda, al 4,7%, y Austria, al 5,8%.