ber sido el castillo del Grial. En toda la región de Foix se piensa así. El ingeniero había ironizado cierta vez que ellos charlaron con él a este respecto. Por eso ellos no me habían querido contar ni una palabra sobre esta tradición oral.
No he de obviar que gracias a mi entusiasmo nuestra conversación sé hizo más aventurada. Conseguí averiguar más: el ingeniero no podrá encontrar el tesoro porque éste se halla en una cueva del bosque del monte Tabor, protegido contra intrusos por una losa extremadamente pesada; en el interior de esa gruta montan guardia víboras. Aquel que quisiera levantarla podría localizarla el Domingo de Ramos-Fettes de Ramoux-, mientras el sacerdote oficia misa. Entonces es Cuándo la losa se deja levantar y duermen las serpientes. Mas ¡ ay de aquel que no abandone la gruta antes de que el sacerdote cante Misa est! Al finalizar la misa se vuelve a cerrar de inmediato la cueva del tesoro y se tendría que agonizar atrozmente por las mordeduras ponzoñosas de las serpientes que han despertado repentinamente.
Uno de los contertulios sostuvo que su abuelo, mientras cuidaba ovejas en medio del bosque, había localizado una losa como la descrita, con una argolla de hierro, pero le fue totalmente imposible alzarla, por lo que se vio necesitado de ir rápidamente al pueblo a pedir ayuda. Al regresar al bosque no pudo hallar nunca más el sitio preciso. ¡ Enigmática tierra ésta!
Ha llegado el invierno y ha nevado casi ininterrumpidamente ocho días. Al ausentarme de mi terruño, allá en el norte, ni siquiera en sueños me hubiese podido imaginar que alguna vez a punta de pala tendría que abrirme camino a través de la nieve para ir a tomar mis comidas en una pequeña fonda. No serán las casas de campo del sur de Francia las que me hagan relegar al olvido que estoy en el extremo sur de Francia, que a pocas horas de camino se está en España, país que erróneamente imaginamos sólo como un huerto repleto de limones y naranjas. En un lugar de éstos están los macizos imponentes, no muy diferentes de los de los Alpes bávaros, olmos cubiertos de nieve y bosques de abetos prácticamente sepultados en la nieve. Así de norteño es el aspecto del sur, tal como ahora lo experimento.