LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 29

pasado, mas no fueron superados. Mucho se habla hoy de paganos y herejes. En esta ciudad a orillas del Rin desde la que emprenderé el viaje, cierta vez una hembra haragana oriunda de Grüneberg, en el alto Hesse, delató a los adeptos de su esposo al gran inquisidor alemán Konrad von Marburg, y fueron arrastrados a la hoguera. Dentro de poco veré el monasterio materno de todos los inquisidores: la abadía Notre-Dame de Prouille, cerca de Toulouse, desde la cual se expandió sobre Occidente la costumbre de rezar por medio de un rosario. La historia de este monasterio dominico fundado por santo Domingo se mezcla con la habilidad de los más conocidos herejes medievales, los albigenses, también llamados cátaros. La palabra cátaro significa puro (del griego: katharoi), pero acabaron estropeándola al trasponerla a nuestro cuestionable con- cepto de hereje. Voy hasta el sur de Francia porque desde allá debe de haber llegado a Alemania la herejía. He leído sobre los cátaros todo lo que pude conseguir; una vez “fueron tantos como las arenas del mar y en mil ciudades tuvieron adeptos". Es por esto que sé que sólo fueron llamados albigenses en el sur de Francia, en los territorios de la Provenza, del Languedoc y de la Gascuña. En Alemania se los llamó Runkeler, o amigos de Dios. Deben de haber sido muy influyentes en la Lombardía, según informa el poeta gnómico Wernher, que vivió como sacerdote alrededor del año 1180 en Ausburg: “Cual lámpara arde en herejía". Los teólogos e historiadores del campo católico o del protestante concuerdan en que los cátaros, más allá de dónde se asentaran, te- nían que ser aniquilados, ya que, de no ser así, la vida espiritual de Occidente se hubiese salido de sus carriles y se hubiera dirigido a vías "no europeas". Pero han disputado, y aún disputan, acerca de en qué se podría clasificar de reprobable la herejía de aquéllos ante el Señor. Los unos quieren ver en ella una variedad de la tristemente célebre