LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 176

exterminados por no reconocer al Dios de los judíos, Yahvé, ni a Moisés y a los profetas. No rezamos al Dios de los judíos, porque la divinidad no tiene que hacer con el pueblo de los judíos más que con cualquier otro pueblo. La presunción de ser el pueblo elegido de la divinidad sólo la han expuesto ellos. ¿En qué es Yahvé distinto al alma del pueblo judío, presuntuoso, intolerante, fanático, ávido de poder y nada caballeroso? El alma de mi pueblo fue muy distinta. Nuestro Dios era luminoso, claro y caballeroso. En perfección, fue lo que nosotros, como hombres, hemos sido de imperfectos. -Razón por la que os llamaron herejes, a vosotros que habíais acepta- do la consagración herética, ¿vosotros perfectos? ¿Es por esto que os autocalificabais de puros? ¿No es acaso osadía calificarse así por sí mismos? -Nosotros así nos designábamos, a diferencia de Roma, que a todos los hombres, sin importar de la sangre que sean, permite ser igual de innobles, corruptos e impuros. Como nietos de nuestros antepasados, los helenos y los godos, nos sentíamos nobles, pero no innobles. Pere- cederos e incluso alejados de Dios, ¡pero no corruptos ni impíos! ¡No necesitábamos al Dios de Roma ya que sabíamos que teníamos un Dios! ¡No necesitábamos los mandamientos de Moisés, porque desde nuestros ancestros portábamos nuestros mandamientos dentro del alma! Moisés fue imperfecto e impuro; de no ser así, no habría elegido una negra como mujer y no habría permitido a su Dios que matara con lepra a sus hermanos, encargados de las reprimendas. Lo que fue Moisés, fueron los judíos, que nos quieren imponer sus creencias, sus escrituras y sus leyes: imperfectos e impuros, almas serviles y bastardas. Nosotros, occi- dentales de sangre nórdica, nos llamábamos cátaros como los levantinos de sangre nórdica se llamaron parsis: puros. Tendrías que comprender- me, ¡o también tu sangre es impura! -¿Parsis? -¡Sí ¡Los parsis, los arríanos y nosotros, los cátaros, no hemos trai- cionado a nuestra sangre! ¡Éste es el enigma de las "ligazones" entre ellos que tú buscas y buscas! Fíjate: Cuándo meditas sobre un