acentúan la tradición maniquea y rechazan los sacramentos, la cruz como símbolo de muerte y todas las ceremonias del culto cristiano; también rechazan el Antiguo Testamento.
Los cátaros pensaban que el cuerpo tenía un origen maligno y era producto del demonio. Por lo tanto, Cristo no había nacido de la Virgen María, pues esta Inmaculada seguía siendo una mujer. Para ellos, el nacimiento virginal era una invención católica.
Sostenían que Cristo era un espíritu puro y no un hombre mortal, por ello negaban la crucifixión y la resurrección, ya que un espíritu es etéreo. Negaban la Santísima Trinidad y creían que Juan el Bautista había sido un enviado del demonio para burlar la misión de Cristo en el mundo.
Para los cátaros, María Magdalena fue la mujer de Cristo, y que éste era un espíritu puro albergado en un cuerpo mortal. Por este motivo Cristo pudo casarse como cualquier hombre.
Al no aceptar los sacramentos católicos, a cambio recibían el consolamentum o consuelo. Los que pasaban por este ritual eran llamados perfecti y accedían a una minoría selecta en conocimiento de la gnosis. Cuándo llegaban a este estado debían mantenerse puros, llevando una vida rigurosa, disciplinada y dura, por este motivo sólo accesible unos pocos; éstos eran los llamados hombres buenos.
Los creyentes o seguidores eran llamados credentes y podían casarse y tener hijos. Antes de morir, un credente recibía el consolamentum, de esta manera accedía al estado de endura, estado de purificación, en el cual sólo el agua podía tocar sus labios. Ninguna mujer podía tocar al moribundo, ya que se consideraba a la mujer como instrumento de atracción del demonio.
Las mujeres también podían ser perfecta, y, en ese caso, no podían ser tocadas por ningún varón. Cuándo una persona no accedía al estado de pureza a través del consolamentum, debía