LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 161

hasta llegar a ser el infernal Monte de Venus... Sin ambages y sin arbitrariedades, sostengo que lo que los germanos en tiempos paganos adoraron como morada de los dioses, Asgard, y como reino de la diosa de los muertos, Hel, fue alabado en la Edad Media por herejes y trovadores como Montaña del Grial, Rosaleda, Ronda de Artús, Monte de Venus y como aquella fogosa montaña Bel, a la que entró Dietrich von Bern y que fue añorada, para hablar con Wolfram von Eschenbach, siempre como la "gloria máxima de los deseos terrenales". No alcanza con saber que lo que los griegos en tiempos paganos concibieron como isla del Sol Aea, allá donde marcharon los argonautas y Heracles, era la copia del Asgard nórdico y, del mismo modo, un ejemplo de los paraísos medievales Gral, de Artús, Rosaleda y Monte de Venus. El arquetipo para todos ellos fue la "Montaña de la Asamblea en el más remoto Septentrión", como lo llama Isaías. Para llegar a esta montaña quiso Lucifer, que es también el Apolión del Nuevo Testamento, viajar sobre las altas nubes. Pero para ir hacia el más profundo de los fosos Jehová lo hizo caer, porque, por orden de este celoso Dios de los judíos, el paradisíaco Asgard se había ido convirtiendo en el lugar de los malditos: el infierno. Cuándo en la Alemania del medievo tardío se ahorcaba a alguien, siempre se ponía mucho cuidado en que el rostro del ahorcado mirase hacia el norte. Hacia el infierno... En estos días crucé el Brenner y dirigí mis pasos hacia una ruta del ámbar con dirección norte. Cuándo Laurín, el rey de la rosaleda, le confió a Dietrich von Bern el secreto de la montaña de fuego divinizada, también le e